Ca Kanam (Adelante en wolof), este es el nombre de nuestra asociación y de nuestra Comunidad Autofinanciada, pero es sobre todo, el lema y la brújula que guían nuestra acción como mujeres, primero, y migrantes, después. Somos un grupo de una treintena de mujeres senegaleses que residimos en nuestra mayoritaria en el barrio de Sant Adrià de Besòs, en Barcelona.
Si bien nuestra vida transcurre entre la dificultad de encontrar nuestro sitio en un entorno muy diferente del que hemos dejado atrás y la ambición de reivindicar nuestra valúa a pesar del patriarcado, procuramos no perder de vista el principal motivo de nuestro proyecto migratorio: mejorar nuestras vidas, la de nuestros hijos y de nuestras familias en origen. Si no es fácil conciliar la vida de madre y de proveedora de ingresos en el hogar para las mujeres occidentales, lo es menos más para nosotras porque asumimos que ser mujeres no nos exime de contribuir a la economía familiar. Somos conscientes de la envergadura del reto y es precisamente por esta razón que asumimos las dificultades que conlleva la consecución del objetivo existencial de vivir en dignidad.
Algunas nos dedicamos a actividades tan dispares como la venta ambulante, la limpieza o la hostelería y otras muchas son unas asiduas de los registros de paro debido a diferentes factores (indocumentación, falta de formación, carga familiar, etc.). Las dificultades de acceso al mercado laboral constituyen nuestro principal obstáculo hacia una ciudadanía plena. Nos es difícil ejercer nuestros derechos como ciudadanas y vivir con dignidad sin independencia económica. Desgraciamos, tenemos que reconocer que el sistema no está preparado para abordar esta problemática cuando la mayoría levamos más de 10 años aquí y algunas tienen estudios superiores.
Es, en parte, para solventar esta situación que constituimos nuestra Comunidad Autofinanciada en 2018 con el objetivo principal de formalizar un sentimiento de solidaridad inherente a una manera de ser y de hacer senegalesa, pero, sobre todo, para buscar una forma de limitar nuestra dependencia hacia cualquier tipo de recurso externo.
Vimos desde el primer momento que Abdoulaye de ACAF nos presentó el proyecto que la metodología de las CAFs es muy similar a las “tontines” que conocemos en Senegal y que seguimos practicando aquí porque la consideramos indisociable a nuestros procesos de socialización. Es una herramienta que permite a los miembros de una comunidad realizar proyectos personales de envergadura con la ayuda de todos. Aportamos un importe fijo de dinero a un fondo que se va adjudicando, por turnos, a las socias de la tontine. Para las primeras beneficiarias es un crédito mientras que las últimas recogen el fruto de sus ahorros. Se trata de avanzar como grupo porque es difícil hacerlo individualmente.
Asumimos que tener ingresos bajos y discontinuos no tiene que ser una barrera para esforzarnos ahorrando pequeñas cantidades de dinero (10€, 20€) en un fondo común que servirá, en forma de prestamos, a ayudar a cualquier socia del grupo que lo necesite a hacer frente a las necesidades del día día (factura, reparación en la casa, remesas, gastos médicos, etc.). En definitiva, necesidades corrientes, pero no menos inoportunas. Ahora que empezamos a notar los primeros efectos de la pandemia del Covid-19, la Caf nos permitirá ser menos dependientes a la vez que cohesionará el grupo para hacer frente a una crisis que se anuncia larga y dura.
Estamos muy satisfechas de la evolución de nuestra CAF: hemos pasado de los 280€ de la reunión inicial a disponer en la actualidad de 5000€ y hasta 3 créditos han sido concedidos. Sin embargo, nuestro objetivo es disponer de un fondo lo suficientemente consistente para ayudar aquellas socias a iniciar pequeñas actividades generadoras de ingresos como el comercio. Tuvimos que decidir entre todas el reglamento que regula el funcionamiento de la CAF. Una de las consecuencias es que todas las que llegan tarde a las reuniones mensuales pagan una multa de 1€ mientras que las que no asisten se ven obligadas a abonar 2€.
También apreciamos mucho la posibilidad que nos da ACAF de salir de nuestra rutina y de conocer otras CAFs, descubrir otras culturas y otros lugares de nuestro entorno.
Nos gustaría en un futuro cercano llegar a un nivel de autogestión total; lo que significará que podremos hacer las reuniones solas sin la asistencia de ACAF y disponer de un fondo lo suficientemente grande para financiar todas las que quieren salir de la inactividad.
Socias de la Caf Ca kanam